A
la causa de esta crisis global hay que buscarla mucho más atrás de lo
que se supone. Ni en el último gobierno, ni en la década pasada, ni aún
en el siglo pasado.
El ser humano tiene algo que se llama
"árbol del conocer y decidir" que es lo que lo diferencia de los
animales. Ese árbol produce unos frutos muy apetitosos pero muy
especiales. Esos frutos son los excedentes, es decir las ganancias.
Esas ganancias fueron personales hasta no hace mucho tiempo (200 años) y
cada uno tenía sus ganancias, pero luego vino la revolución industrial y
comenzaron a ser colectivas, y ahí comenzó el desajuste social que
estamos sufriendo hoy, porque el 90% de la humanidad se quedó sin
ganancias y eso afectó sus ganas de trabajar.
El ser humano es potente
pero si desajustan su mecanismo puede volver al status anterior, cuando
no tenía árbol, cuando era una especie animal como muchas otras.
¿Qué sucedió en estos 200 años?
Muchos filósofos se pusieron a pensar cómo neutralizar la natural
intencionalidad de los dueños del capital de quedarse con la diferencia
entre el precio y el costo del trabajo de su personal.
No se
les ocurrió nada mejor que confiscar esa parte de las ganancias de las
empresas y quedaron muy satisfechos con su "logro", pero lo único que
hicieron fue institucionalizar el despojo. Sin embargo con esa tercera
postura dieron un paso importante que nos allana el camino.
Pero ya transcurrieron 100 años más y el 90% de la humanidad sigue sin sus ganancias y cada vez con menos ganas de trabajar.
Perdonemos a los desorientados que sólo se defienden en el infierno de estas relaciones laborales contra-natura.
Amemos a quienes aún en condiciones infrahumanas han venido haciendo algo en este último siglo.
Pero hagamos algo ya!
Hoy tenemos que aprovechar ese importante paso de la tercera postura y
utilizar el dinero del Impuesto a las Ganancias de las Sociedades para
asignárselo de una buena vez a sus legítimos dueños.
La Cuarta Postura
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