sábado, 19 de noviembre de 2016

La doctrina que los parió


¿Hay salida?
La decadencia no es culpa de los gobiernos sino de la doctrina que los parió, pero... quién renegaría de su propia madre?
Estudios recientes basados en investigaciones internacionales, demuestran cómo, no sólo en la Argentina sino en el mundo entero, el des-mejoramiento del nivel de vida y la falta de acceso a mayores oportunidades están directamente relacionados con 
la doctrina social asistencialista, que fuera inducida por la movida internacional de los Derechos Económicos del Hombre.
Eso se puso de moda en los años 60 y contó con la adhesión formal de todos los países que la incorporaron en su legislación tributaria y laboral.


La vía para implementar estas políticas populistas son los planes asistenciales financiados con "la diferencia entre el precio y el costo del trabajo humano", que es arteramente retenida por el Estado como Impuesto a las Sociedades.
Esos planes insumen la friolera de ciento veinte mil millones de pesos anuales que, medidos al tipo de cambio oficial, trepan a casi 15 mil millones de dólares.

Lo más dramático del caso es que esa fortuna no ha servido ni sirve para terminar con la pobreza, ni para mejorar sustancialmente el nivel de vida de la gente. Parecen, al contrario, preparados para endulzar con demagogia los oídos de las personas que menos tienen, para "hacer como" que el gobierno se preocupa por los pobres, pero al mismo tiempo para lograr que esa franja social quede estancada en la dependencia de los planes, sin poder iniciar un camino de independencia económica personal.

Es en este punto en donde no puede dejar de sospecharse una artera maniobra de doble filo: conquistar a las masas más pobres con limosnas estériles pero no permitirles que de verdad progresen y salgan de la pobreza, porque se presume que, en ese caso, esa gente será mentalmente más independiente, se educará mejor, vivirá mejor y, por lo tanto, será menos dependiente políticamente del gobierno. 
Se trata de una especie de cinismo en donde el Estado cubre las necesidades de "sus pobres" para que ellos sustenten al gobierno.

No es extraño que siguiendo esta política el populismo haya hecho un sinónimo del buen gobierno a aquel que más planes sociales tiene o desarrolla, cuando, en realidad la medida ideal de la mejor administración sería aquella que demostrara que durante su gestión fue posible eliminar la mayor cantidad de planes de asistencia. Esa sería la mejor medida de su eficacia económica, de lo verdaderamente "popular" de su política y de su eficiencia en la administración de los recursos.


La propuesta de la Cuarta Postura es una drástica modificación en las relaciones laborales  que haga que los planes vayan rechazándose por ser más un perjuicio que un beneficio. Consiste en utilizar el dinero del Impuesto a la Ganancia de las Empresas para participar ganancias al personal de la misma.



Probablemente cuando empecemos a medir la "popularidad" de un gobierno no por la cantidad de planes asistenciales que crea sino por la cantidad que elimina, habremos empezado a transitar no solo el camino del progreso sin también el de la verdadera libertad.

5 comentarios:

  1. Gracias amigo!
    Acá estoy como el penado 14.
    Nadie escucha mis señas

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  2. SIN PALABRAS. LOS GOBIERNOS PTEVIOS, ALENTARON EL "ASISTENCIALISMO"; EL "ACTUAL" EXIME DE LAS "RETENCIONES", A QUIENES DEBIERAN "TRIBUTAR", SEGÚN ESTE EXCELENTE ANÁLISIS!

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  3. SIN PALABRAS. LOS GOBIERNOS PTEVIOS, ALENTARON EL "ASISTENCIALISMO"; EL "ACTUAL" EXIME DE LAS "RETENCIONES", A QUIENES DEBIERAN "TRIBUTAR", SEGÚN ESTE EXCELENTE ANÁLISIS!

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  4. El empresario decide muchas cosas en su empresa, como las inversiones, la política de recursos humanos, la política de ventas, de publicidad, etc.
    Y todas esas decisiones buscan mayor rentabilidad.

    Sin embargo, la llave final, lo que realmente determina la ulterior rentabilidad, curiosamente la tiene el personal de la empresa. Y eso depende de la manera en que esa rentabilidad se vincule con su suerte.

    El empresario podrá condicionarlo, sobornarlo y hasta reemplazarlo, pero el humor del personal permanecerá mientras no se modifique esa relación laboral.

    Muchos emprendedores creen que su personal no decide su ganancia. Sin embargo, los empleados por el contrario creen que son su principal motor.

    Pero si hacemos el cálculo preciso tomando en cuenta los respectivos costos, la tercera parte de las ganancias fue generada exclusivamente por el personal de esa empresa que se brindó por encima de lo exigido.

    El resto, en la mayoría de los casos, es mérito del capital.

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