CARTA ABIERTA al
Señor Presidente de la
Comisión de Análisis para la Reforma Tributaria
Don Alfonso Prat Gay:
Por
sugerencia del Dr. Domingo Cavallo me atrevo a presentar una propuesta intentando
sumar al importante análisis que vuestra misión implica para nuestro país.
Consiste
en una revisión profunda de la doctrina que ha inspirado nuestra legislación
tributaria y laboral y que a pesar de sus buenas intenciones ha dilapidado crecientemente la potencialidad productiva del 90% de
los protagonistas del proceso productivo: los empleados de la mayoría de los
emprendimientos.
Los detalles están expresados en el libro "Siembra, y Cosecharás" (que puede leerse en la web) donde se investiga sobre las motivaciones naturales que entusiasman al hombre común como para involucrarse con los resultados de los emprendimientos, sin aumentar sino disminuyendo los costos de producción.
Conociendo
ese objetivo vital, y cuyo apartamiento podría
ser la causa de este desequilibrio social, veamos cómo podemos retornar a la
natural armonía. Este desequilibrio apareció cuando el trabajo comenzó a
remunerarse por su costo (no por su precio), error que al principio de la
revolución industrial cometieron los
emprendedores.
Para
contrarrestar esas nuevas relaciones laborales sobrevino una segunda postura que estatizó las
empresas intentando volver a equilibrar la sociedad. Pero subestimó la
valiosa actitud humana de trabajar para
prosperar, y también fracasó.
Y
ahora, una tercera postura,
inspirada en la Doctrina Social de la Iglesia, hizo que el Estado cometa el
mismo error que los emprendedores de las
primeras horas de la revolución industrial. Con el insólito Impuesto a los
Réditos o a las Ganancias de las Empresas se vuelve a quedar con el fruto excedente
de su personal. Este sistema que hoy rige en la gran mayoría de los países, podría
denominarse genéricamente "populismo". Obviamente que no resuelve el
desequilibrio, sino que lo institucionaliza, contraviniendo el principal
objetivo de los humanos que no es colectivo sino indudablemente individual:
Cada uno produce más que sus consumos
cuando cobra la diferencia.
El
trabajo es una mercancía muy particular:
Si se
paga al costo, termina costando más que lo que vale.
Si se
paga al precio, vale más que el precio.
Entonces
¿cómo podemos retomar el camino natural de la economía?
Será
necesario utilizar el dinero del Impuesto a las Ganancias de las Empresas para
participar al personal propio y de terceros de “esa” empresa. Ello significa
volver a remunerar el trabajo por su precio y no por su costo. No respetarlo
hizo que el costo del trabajo se haya vuelto MAYOR que su precio y eso colapsó toda la economía.
Seguramente
las provincias renunciarán a la coparticipación de este impuesto cuando adviertan
que con esta nueva ley lograrán pleno
empleo en sus economías.
Los
excedentes del trabajo humano deben volver a su dueño, como era antes de la
revolución industrial.
Si
lo logramos, el desempleo (la mayor paradoja de hoy y todas sus lacras)
desparecerá en cuestión de meses. Contratar personal será el mejor negocio. Podemos
decir entonces sin temor a equivocarnos, que si no se utiliza para participar
ganancias al personal de esa empresa, el Impuesto Ganancia Empresa es una burda
exacción, quizás la más escandalosa de la historia porque no sólo afecta el
patrimonio del 90% de la humanidad sino que bloquea su desarrollo como persona.
Investigando
su origen encontramos que sería un argentino (Federico Pinedo) quien por
primera vez en el mundo reclamó a las empresas inglesas, una parte de su
rentabilidad.
Vea
el proyecto de ley completo
Ingeniero
Néstor González Loza
DNI
10190066
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