jueves, 10 de octubre de 2013

El populismo, la madre de las injusticias

La sociedad esconde un mecanismo natural que generaría una economía sana, pero hoy ese mecanismo está desactivado por una doctrina social anti-humana.
Cada bien o servicio tiene un determinado valor y quienes lo producen
(en conjunto el dueño del capital y los empleados que participan en su producción) deben cobrar "ese"valor .
Y quien lo consume debe también pag
ar exactamente ese valor.

Pero como los empleados cobran menos que eso (porque se les paga el costo y no el precio de su trabajo), no pueden pagar el valor de lo que consumen. Entonces tienen que ser asistidos por los políticos populistas a cambio de su voto.

El populismo altera dicho virtuoso mecanismo y por eso está destinado al fracaso, por más buenas intenciones que le inspiren.
El Estado debe garantizar que ese mecanismo natural funcione. Ésa es su función excluyente. No debe controlar ninguna otra cosa ni en la micro ni en la macro-economía. La macro economía no es otra cosa que la suma de las micro.

Para eso, el Estado confisca la tercera parte de las ganancias de las empresas que es precisamente lo que generó su personal, pero no lo hace partícipe de ellas.

Su principal función en la economía entonces debería ser garantizar la participación en las ganancias del personal propio y de terceros de esa empresa, porque esas ganancias no son otra cosa que el esfuerzo extra y el desarrollo de la creatividad del personal de esa empresa. Eso es justicia. Cualquier otro esquema es injusto. El populismo es intrínsecamente injusto y por eso genera pobreza.

El Estado luego puede financiarse con impuestos sobre los patrimonios o los consumos, pero deben ser tributados recién luego de que esa distribución haya sido garantizada.


Muchos todavía guardan cierto resquemor a ser anti-populistas, pero no por convicción sino por miedo, porque creen que el populismo siempre será fuerte y siempre gobernará. Pero en lo profundo de su alma saben que es el mal del mundo de hoy.
 
El cuarto de hora del populismo acaba de finalizar porque la doctrina social de los "derechos del hombre" acaba de perder influencia en la alta política.

Entonces, privarlo de poder de convocatoria es mucho más fácil de lo que se supone. Y se puede lograr en cuestión de meses.

Hoy existe una nueva doctrina social, la Cuarta Postura, que hace que el asistencialismo no sea necesario porque cada uno podrá manejar su remuneración, como era antes de la revolución industrial.
Antes, si uno quería vivir bien fabricaba una silla por día y si quería vivir mejor, fabricaba dos sillas por día, porque estaba seguro que le pagarían por dos sillas.

Hoy le pagan siempre por una sola silla.

El verdadero problema de nuestra sociedad de hoy es que para vivir mejor no hay otro método que arrimarse a un populista. Y eso paraliza mucho a la sociedad porque trabajar deja de ser conveniente. Eso abate a los esforzados y envalentona a los indolentes que terminan siendo diputados.
¿Cómo puede funcionar una sociedad con esa "constitución"?








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